Me rompiste, dijiste
y noté la vulnerabilidad de la que estamos hechos.
Me rompiste, dijiste
mientras veía una lágrima caer.
Nunca nadie había lloradome antes,
nunca llore así frente a otros ojos cristalinos.
Me rompiste, dijiste
y entonces vi lo finas que son las líneas,
sobre todo aquellas que construyen las palabras.
Me rompiste, y me dije
que no puedo romper
aquello que no me pertenece,
porque pertenecer es necesitar.
Yo no quiero que me necesites,
tampoco te quiero necesitar,
quiero que seamos solo nuestra primer opción,
una elección sana,
de esas que vienen cuando sanas la decisión.
Me rompiste, dijiste
y entonces sujete bien mis zapatos
para caminar con precaución,
también lave mis manos
para con limpieza acariciar
ese,
tu humano corazón.
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