Tenemos miedo, vivimos con miedo, alimentamos el miedo.
A veces nos levantamos con ganas de no hacerlo, de no tener que lidiar con el mundo, queremos perder las batallas o ni siquiera queremos luchar, queremos conciliar la idea de que lo mejor habría sido no haber nacido si no hemos visto un día de felicidad, no conocemos ese termino, no sabemos sonreír.
La gente se siente bien, se ve bien y parece que el mundo está de cabeza solo en nosotros.
No nos detenemos a pensar siquiera el proceso en el que nos encontramos, nos cuestionamos todo el día del porqué de nuestro presente, nos detenemos solo para quejarnos con la mirada al cielo, esperando la respuesta de Dios y su compasión, nuestro día se torna gris, la noche se avecina y comienza a sonar la alarma otra vez, otra vez nos toca lidiar con la vida.
Cuando sin embargo y a pesar de todo decides cambiar el sitio en el que te paras y esto meramente en sentido figurado, cambia tu postura ante la vida y tu manera de caminar, entonces aprendes a ver tu presente desde otros ojos, te quitas la venda del reproche y la intercambias por la de gratitud. Cuando decides ver cada día como un aprendizaje, ahí es cuando tu historia apenas comienza (muy tarde para muchos), pero si tú, a tu edad te has permitido tener lucidez en este sentido, no es tarde, nunca será, por que los procesos de evolución para cada uno es diferente y a cada uno le llega su momento, no hay fecha que no se cumple y día que no llegue.
De algo si debes ser consciente, y es que, hasta que no te vuelves receptivo a las criticas, al fracaso, a dejar que el miedo llegue a ti, pero que no te domine. Cuando el confort y la angustia llegan a tu vida, es entonces cuando enciendes el motor de la voluntad y vas ahí, caminando descalzo, casi ciego, con las manos vacías pero siempre disponibles para lo que debas tomar, con la memoria renovada para todo lo que debas aprender, y encima de ti en tus hombros, toneladas de humildad. Cuando aprendes a tomar las oportunidades, cuando te desprendes del miedo, es cuando cambia tu vida y solo así eres historia en la vida de otros; cuando sujetas los lazos que lastiman tus manos y detienen el ritmo con el que tu vida avanza, cuando finges caminar hacia adelante, pero en si nunca das un paso, cuando te mientes a ti mismo, creyendo que vas hacia adelante cuando solo te mantienes en el punto fijo de siempre es cuando ves con mayor frustración y mediocridad tu vida.
Cuando por el contrario te aceptas como ser errante, como ser imperfecto, como ser pecador, como ser carente y caminas bañado de valor y aceptación, de humildad y de sencillez es cuando comienza la transformación, en verdad levitas y trasciendes, tu alma se eleva y comienza la revolución, entonces las puertas se abren y todo se reestructura, el camino que no distinguías se vuelve visible, el tiempo que nunca llegaba se acorta, se acortan los días y las horas y ves como cada momento se acomoda como si hubiera sido mandado a hacer y entiendes entonces que, no pudo haber día, hora, momento, palabra, frase, texto más preciso que lo que fue y te sientes que perteneces, que la vida te puso en el lugar que merecías y que ese sitio te merecía a ti, y no cuestionas ya nada, porque todo embona de manera tan perfecta, que no te da pie a dudar absolutamente de nada, así te das cuenta que la vida se esforzó en prepararte de la manera en como tuvo que ser, que todo el proceso pasado, la felicidad y las lágrimas que derramaste, que los malos días y los buenos, que la gente que conociste, que el lugar en donde estuviste era en donde debías estar, porque la vida, Dios, te estaban preparando para todo lo grande que tienes ahora y es entonces cuando de felicidad lloras por no haberte quejado, por haber siempre estado dispuesto aprender de todo lo que viviste, fuera bueno o no tan bueno, por haber sido agradecido a pesar de la tempestad en la que te encontraste; entonces te das cuenta que los procesos de la vida son perfectos, que todo ya estaba estructurado y que las cosas se van facilitando porque así es como debían suceder, por que la vida dijo: "A ti, que has sabido esperar en medio del llanto, la frustración, el dolor y la alegría, a ti que a pesar de todo eso, siempre estuviste dispuesto a aprender y no renegar, a ti que confiaste en los procesos y diste lo mejor de ti, a ti te tengo preparada la gloria, el sitio al que perteneces y que sepas que te había estado esperando con ansias, el sitio que es para muchos, pero que pocos llegan; tómalo, es tuyo y así como vienes arrastrando lastres, suéltalos y ponte los zapatos que te corresponden, camina y recorre lo que debas recorrer, disfrútalo, agradécele, vívelo porque un paraíso te estoy preparando, paraíso que no conocerás, hasta no haber hecho la labor que te correspondía en el sitio en donde estás".
Se la inspiración de muchos, pero la envidia de nadie.
Que nunca te falte la humildad y la sencillez,
que nunca seas carnada del orgullo y el ego,
se lo que debas ser,
cumple con tu misión en esta vida,
siembra en otros todo lo bueno
y hazles saber que eres un artista,
porque que tienes el poder de pintar nuevas rutas de conciencia,
que la vida te ha puesto en sus vidas para mostrarles la verdad, la sabiduría y la nobleza.
Que eres un revolucionario, se inspiración.
