Me miraba cada mañana,
me susurraba cada mañana:
nada es suficiente,
ese esfuerzo tuyo no es suficiente,
prueba mi potencia
me susurraba cada mañana:
nada es suficiente,
ese esfuerzo tuyo no es suficiente,
prueba mi potencia
Cada mañana me miraba,
en cada silencio de mi almohada
susurraba.
Era una voz afilada,
era una invitación
y yo temblaba,
porque sabía que si aceptaba,
ya no me detendría,
porque sabía que si hoy partía
ya no había retroceso,
porque sabía que un poco no bastaba...
No hay comentarios:
Publicar un comentario