ACOMPAÑAMIENTO LITERARIO

domingo, 19 de abril de 2020

DUDAS

La duda se avecina.
La duda consume mi alma, censura mi voz, desdibuja mi sonrisa y bloquea mi respirar.
La duda cada noche se postra a mi lado, me susurra al oído y me pide que deje los sueños en la almohada, me dice que deje de intentar volar si segura estoy de que voy a caer, pero quisiera no estar tan segura ahora de eso, quisiera no creer esas palabras, aunque por dentro algo me dice que sí, que más vale no intentar, igual será un desastre, un caos total. Otra parte me dice que peor no me puede ir, los caminos que he tomado no han sido las mejores direcciones, entonces escucho a alguien que me dice también: ¡no pierdes nada por arriesgar!, y la duda se va.

Dentro de estas cuatro paredes mis pies se entumecen, mis manos ya no coordinan, ya no siguen ninguna indicación emocional y me cuesta respirar.
Nuevamente abro los ojos y me pregunto qué vendrá después, me pregunto si todos pasamos por esto en alguna ocasión, me cuestiono si la visita de la incertidumbre nos visita a todos por igual, pero escucho voces que me piden silencio, me piden que me ahorre comentarios sin sentido, que ate las incoherencias que tejo en mi mente y entonces estoy sujetada al temor otra vez.
No, no quiero despertar si la historia se contará sola y con el mismo fin, si es así, no, no quiero despertar, no quiero, pero también quiero despertar y tener algo a lo que me deba aferrar, algo por lo que valga la pena respirar y el vuelo retomar. Quizá sea muy noche para soñar, pero no quiero esperar la luna para que arrulle mi silencio y sea quién con las estrellas contemplen mi lamentar.

Siento sofocarme cada que aparece el sol, ¿cuándo acabará esto? ¿cuándo dejaré de sentir que el temor recorre mi piel, cuándo dejaré a mi alma descansar, cuándo podré ser libre al fin? 
Generalmente me cuestiono lo mismo tras la puesta de sol, pero aún no encuentro las respuestas, aún le faltan plumas a mis alas y a mí, una visión más clara; aún me falta habilidad para desvanecerme por debajo de las nubes de humo del terror que suelo dejar entrar y tras eso, todavía lo dejo entrar.

Camino en círculos pero voy a paso lento, camino sin ningún sentido y recuerdo a mi yo inicial mientras intento levantar la cara. A mi lado todas las posibilidades y detrás, la frustración de la cual no me quiero apartar; tinta azul en el piso y un montón de papel, son mis sueños hechos aviones flotantes rondando en mi cabeza y desvaneciéndose frente a mí segundos después de ser ignorados. Quisiera renacer, quisiera retroceder, dar un paso a la izquierda y esconderme de la vida, pero sé que si lo hago, seré llevada a un precipicio peor, así que me veo en el mismo lugar, insatisfecha, inmóvil pero inquebrantable todavía y esa es la parte más irónica; esa es la peor parte, porque eso ya no es suficiente. Cada vez que intento salir, las arenas movedizas de mi pasado y mis errores me sumergen sin ninguna autorización y sí, ahí voy, me sumerjo una vez más.

¿Cómo se supone que se sana de esto, cómo se supone que se deba salir de ti mismo para encontrarte realmente? me pregunto cada que atardece; como si en la noche encontrara las respuestas, pero se avecinan las estrellas y no hay ningún mensaje, ni uno todavía. Aún espero las respuestas que se encuentran solo muy dentro de mí, aún espero un salvavidas, todavía espero el rescate ideal que me saque de este terreno árido que solo consume mis esperanzas. Todavía espero una señal, todavía espero de mí ese abrazo que nunca me dí.

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