Subí veloz,
la puerta se abrió y la esencia estaba ahí,
abrace sus abrazos,
besé sus labios,
miré su mirar,
me invito una sonrisa
y entonces sonreí.
Me siento en casa,
y posiblemente sea la primera vez;
me siento en paz,
y le pido no se vaya,
o lentamente me iré también.
Me siento en armonía,
y le pido no detener la melodía;
pero que sí, que detenga ese, su andar
porque me quiero quedar,
pero que sí, que detenga un poco su voz,
la velocidad de sus pasos
y me regale un atar a su meñique,
me regale susurros,
me regales sus caricias,
me regale más abrazos,
que me regale aquello
que no sabía que había en mi
y que solo despierta una vez
cada bisiesto
y que sólo él pudo incendiar.
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