Si me preguntas si fue lo mejor,
sí, hacernos libres fue lo mejor.
Tan hábil eres tú
para usar la retórica y hacer nacer en mi la culpa,
pero tengo también mis motivos.
Sé que te sientes traicionado
y una pieza más de mi rompecabezas, pero sí,
te gustó ser esa pieza que cubría mis carencias mientras yo así,
cubría tus exigencias,
así que no hubo mayor culpa tuya o mía,
fue un acuerdo mutuo.
Me lastime y te lastimaste por hacernos los valientes,
y ahora estamos aquí
intentando descifrar en qué fallamos,
si yo por suficiente o tú por ser así tan débil.
Lavemos nuestra manos
y de paso hay que enjugar el corazón,
ya no va con nosotros el llorar,
sabíamos a qué estábamos jugando
y ahora que nos hemos perdido nos duele aceptar.
Ya no sirve de nada el usar la culpa
para defender nuestra dignidad,
esa la perdimos aún sabiendo los riesgos
y no nos importó el malestar,
porque era más grande nuestra euforia
que el qué dirán,
así que lava tus manos así como lo sabes hacer
y yo lavare las mías
tal cual me enseñaste también.
Lo mejor que pudimos hacer fue decirnos adiós,
fue la mejor decisión.
Sólo éramos cenizas en espera del fuego
para complacernos de manera mutua,
pero no,
esto ya funciona así,
vayamos retomando nuestros andar,
ese el del amor por uno mismo,
ese el de pensar las cosas bien antes de actuar,
veremos con el tiempo
cómo logramos cicatrizar,
tú con ellos y yo con ella,
mi libertad.
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