Los pies comenzaron el ritmo
después las manos tocaban acordes,
el aire exhalado era caliente
y la voz empezaba a silbar silencio.
El corazón aceleró el latir,
y en caída iban las lágrimas.
el insomnio al lado izquierdo de la cama
y el miedo era la almohada.
El reloj no se detuvo
al contario,
el tiempo no tenía final
y por dentro hormigas recorrían la piel;
por dentro
el frio volvió otra vez;
por dentro
las piezas se hicieron polvo.
Polvo volví a ser.
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