Traía deshechos los pies,
cansada estaba de caminar
sobre cristales de la indiferencia,
de los de la ausencia,
y del oportunismo.
A cuenta gotas me fui desangrando,
me fui agotando,
acabaron con toda mi esencia,
con toda mi voluntad,
con esas ganas mías de continuar,
apenas respiraba,
apenas podía continuar.
Todavía la luna me recuerda aquella noche,
aquella en donde barrí con mi dignidad,
pero llegó septiembre
y las hojas del otoño se hicieron presentes,
no cayeron para sepultarme,
llegaron para permitirme florecer
y entonces apareciste,
trajiste contigo una gran maleta,
trajiste vientos nuevos,
trajiste esperanza, esa que se había agotado
y ante ti me desnudé,
me conociste transparente y sin fachadas,
entonces sanaste todas esas heridas
y te bastaron solo días
para cambiarme de repente.
Te tuve en frente
y no supe cómo sujetarte
porque ya eras del destino antes de ser mío,
y ahora cómo le hago para no perderte,
te vas colando entre mis dedos,
le perteneces más al viento,
que a mi cuento,
y si hacemos cuentas,
fueron más las veces respirando tu ausencia,
que las veces de presencia,
y si hacemos cuentas,
fueron más las veces que me viste reír,
que las que solía tener,
y si hacemos cuentas,
vengo esperándote
más de lo que puedes creer
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